La salud de la lechería argentina continúa complicada, pero en los últimos días una serie de reportes han empezado a destacar algunas luces al final del túnel que permitirían que al menos el sector salga de la terapia intensiva.
Luego de que se difundiera la mala noticia de que los tambos sufrieron un fuerte derrumbe productivo en el primer bimestre, la buena fue que febrero marcó un quiebre en la situación de quebranto que venían mostrando los establecimientos desde fines de 2023.
Según el informe que elabora todos los meses el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), el mes pasado los tambos tuvieron ingresos teóricos que superaron a los costos por primera vez en seis meses, y tras sufrir en enero y febrero la peor caída de rentabilidad desde que se tienen registros.
“Como lo veníamos informando en oportunidades anteriores, se había producido un fuerte desacople en diciembre (por la devaluación y alta inflación), entre precios y costos, y señalábamos que los precios de la leche venían creciendo por encima de la inflación y que pronto se produciría la convergencia. Es por ello que ya en febrero se puede observar una tasa de rentabilidad positiva (1,04%)”, remarca el estudio del OCLA.
Sin embargo, aclara que esto no alcanza para lograr el precio de equilibrio ($ 330,71 para febrero) que exige una rentabilidad mínima del 5% como Costos de Oportunidad del Capital Invertido.
Según datos de la Dirección Nacional de Lechería, en el primer bimestre se exportaron más de 70.000 toneladas, lo que implica un alza interanual del 11%, aunque el crecimiento en la facturación fue menor (1%), como consecuencia de la caída de los precios internacionales.
Con todo, estas cifras significan que el 32% de la producción de leche nacional; es decir, uno de cada tres litros ordeñados en los tambos, terminó en el exterior, una proporción superior al promedio histórico.
En este escenario, los tambos empiezan lentamente a recomponer sus finanzas y a recuperar rentabilidad”, señala al respecto la consultora Zorraquin+Meneses
Sin embargo, los nubarrones siguen: aunque los costos de suplementación están en cierto modo controlados por un precio internacional del maíz deprimido y el anclaje cambiario, los costos generales (salarios, arrendamientos, impuestos, servicios, insumos) siguen subiendo en muchos casos por encima de la inflación, reduciendo una buena parte del beneficio logrado por el aumento de precio de la leche.
En base a: www.infocampo.com.ar