Un proyecto migratorio de la fundación suiza Es Vicis aumenta un 10% la población del municipio argentino de Colonia Belgrano, un pueblo de 1.300 habitantes de la provincia agropecuaria de Santa Fe, en el centro de Argentina.
En medio de la tendencia mundial a la concentración en las ciudades, con América Latina a la cabeza, el 92% de los argentinos vive en áreas urbanas, por encima de Chile (89%) y Brasil (87%) y más lejos aún que países europeos como Francia (85%) y España (80%), por ese y otros motivos, la fundación suiza Es Vicis, promueve la repoblación de las zonas rurales y quiere replicar el proyecto piloto argentino dentro y fuera de sus fronteras.
«Seleccionamos a Argentina porque es la que desesperadamente necesita un programa así. Si no funciona ahí suponemos que no va a funcionar en ningún lado», señala Cintia Jaime, directora de la fundación y coordinadora del programa «Bienvenidos a mi pueblo» que albergó la llegada de los nuevos pobladores, cerca de un 10% del total del municipio.
Internet, es una herramienta clave para el éxito de la propuesta, destacan desde la fundación: «el mundo hoy ha cambiado y los pueblos tienen un potencial de desarrollo, de oportunidades de trabajo y de paz. Basta con tener una buena conectividad para que algunos trabajos puedan hacerse desde el campo igual que en la ciudad», sostiene, al poner como ejemplo la gran recepción que tuvo el proyecto.
Historia del Proyecto
En 2016, Es Vicis abrió una convocatoria para quienes quisieran mudarse a Colonia Belgrano en busca de un nuevo comienzo. Recibieron miles de solicitudes y los teléfonos del ayuntamiento explotaron, intentando escapar de la inseguridad y el estrés de las ciudades, a contrapelo de la tendencia mundia de que «la gente solo desea migrar hacia las ciudades. Los pueblos pueden crecer si hay políticas públicas que ayuden a quienes se quieren instalar, los empoderan y ayudan a vertebrar conocimientos», asegura Jaime
Visitaron 14 localidades de la provincia de Santa Fe y al final se decidieron por Colonia Belgrano por su infraestructura (escuela primaria, secundaria, clubes de barrio y terrenos para construir viviendas), por la gran tradición asociativa de la localidad y el respaldo del alcalde de ese momento a la iniciativa, Javier Bosio.
Entre las solicitudes recibidas se seleccionaron perfiles que se ajustaban a las necesidades del pueblo —como un gasista, un bicicletero, un técnico informático, una peluquera y una remisera (taxista privada), entre otros— y también emprendedores que podían continuar con el negocio que ya tenían en Santa Fe o Rosario, como una familia que fabrica zapatillas, otra que hace camas para perros, una que puso un taller de serigrafía y otra que diseña y confecciona zapatillas de bebé; la mayoría ronda entre los 30 y los 50 años, tienen hijos y recibieron durante meses asesoramiento sobre sus negocios para facilitar que prosperasen. Son emprendimientos que están vinculados a los servicios, no a la producción agropecuaria, el corazón económico de este municipio fundado a principios del siglo XIX por inmigrantes italianos, españoles y suizos.
Lleva un tiempo adaptarse al ritmo lento del pueblo, a la observación constante de los demás y a la ausencia de proveedores, negocios variados y opciones de ocio como en la ciudad. Para otros, lo más duro es tener lejos a la familia y a los amigos, a los que visitan cada vez que regresan. Aún así, por ahora ninguno se plantea dar marcha atrás.
En base a https://elpais.com